martes, 7 de julio de 2009

Nacional quedó afuera… “¡pero qué buena bienvenida que hicimos!”


Vamos a repasar la campaña de Nacional en esta Copa: en la fase de grupos se tuvo que enfrentar a San Martin de Porres (un equipo que nadie recuerda de que país es), Nacional de Paraguay (el equipo que me hizo descubrir la palabra “homónimo”, que todos los medios de prensa usaron excesivamente) y River Plate (un equipo cuyo líder y símbolo pesaba más de cien quilos y pasaba más tiempo en el sillón de Jorge Rial que en los entrenamientos).

Luego de avanzar entre galardones y elogios por una fase de grupos que hasta El Tanque Sisley hubiese clasificado, Nacional se enfrentaba al peligroso San Luis de Potosí (peligroso no por su lamentable juego, sino por los mexicanos que iban a dispersar la porcina por todo el continente). Teniendo en cuenta lo peligroso que era que los mexicanos viajaran por el continente (algo que después se probó como inevitable), se eliminó a todos los equipos mexicanos de la Copa y Nacional clasificó directamente a cuartos de final. ¡Uf! ¡Qué llave complicada!

En esta nueva fase al decano del futbol uruguayo le tocó enfrentar al Palmeiras. Dado el respeto que se les tiene a todos los equipos brasileros aquí es donde parecía que se iba a cortar esta mentira futbolística. En el partido de ida, luego de un planteo más que conservativo, Nacional pudo obtener un 1-0 de la mano de Santiago “Morro” García, el próximo “Chengue” Morales. Ya en el Centenario, de la mano de la inteligencia táctica de Gerardo “juego al empate” Pelusso, Nacional puso obtener un valioso 0-0 que lo clasificaba a la semifinal de la Copa. ¡Increíble!

Aquí fue donde el hincha bolsilludo se ilusionó, donde verdaderamente pensó que podía llegar a la final e inclusive salir campeón. ¡Campeón con Alexander “soy 9 pero no hago goles” Medina! ¡Campeón de la mano de Álvaro “no soy anoréxico” Fernandez! ¡Eso hubiese sido cómico!

Y en la semifinal pasó lo que todos esperábamos, pasó lo que nos da la pauta que la justicia y el karma existen, inclusive en el futbol. Un Estudiantes de La Plata sin su defensa, ni Cellay, ni Alayes ni Angelieri jugaron. Un Estudiantes sin su figura de quien se decía que dependía, Juan Sebastián Verón. Un Estudiantes que tuvo como zaguero a Rolando Schiavi, un hombre que se entrenó dos veces con este equipo antes de la semifinal. Este Estudiantes venció a Nacional (y no vamos a narrar sobre las limitaciones de Nacional porque la idea no es llegar a las 3.000 palabras).

Hincha de Peñarol: “¿Qué pasó gallina? ¿Te desinflaste frente al pincha?”

Hincha de Nacional: “Si gil, ¿pero viste la bienvenida que hicimos? Aparte, aplaudimos hasta el final…”

Esta pareció ser la conversación que se dio entre todo hincha de Nacional y de Peñarol el día posterior a la eliminación del tricolor de la Copa Santander Libertadores (al menos las que no terminaron en balazos).

Muchachos, yo fui al estadio. Yo vi los globos, vi el humo, vi las bengalas. Estuvo muy bueno. ¡Pero vamos dejar de ser tan mediocres de alardear sobre eso como si nos hubiese dado puntos!

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