Amén. Todos lamentamos este atroz hecho que con seguridad nos ha afectado profundamente en el fondo de nuestros corazones, llevando a un continuo y oscuro luto ante este morboso hecho. No existe ser humano tan carente de sentimientos que no haya derramado lágrimas al enterarse de esta amarga noticia. En un mundo donde el VIH se esparce por África a velocidades incontrolables, donde la pobreza mundial sumerge a individuos dentro de condiciones inhumanas, donde la discriminación racial continúa con una imparable segregación; el pene de Pity Álvarez se merece nuestra mayor atención y compasión.
El cantante de Intoxicados, más reconocido por su experiencia en el mundo de las drogas que en el musical, ha tenido que ser internado por razones jurídicas para recuperarse de su adicción a la paste base. Pero parece que la cara de Pity ya era familiar en los pasillos del hospital, porque días atrás este cantautor ya había acudido, pero por una razón que nos deja a todos incrédulos: ¡Llevaba una erección de 24 horas! Este hecho que surgió como consecuencia de una droga no especificada, derivó en una dura decisión por parte de los médicos: en lugar de amputarle el miembro como se podría esperar, se le practicó al músico un drenaje, por lo que su pene no volverá a tener erecciones y cumplirá la simple función de orinar.
En primer lugar me gustaría enviarle mis condolencias de parte de todo el mundo masculino a Pity, por la molesta incomodidad que le habrá significado mantener una erección durante veinticuatro largas horas. Mientras no le hayan amputado las prestigiosas cuerdas vocales creadoras de canciones que significaron una revolución de la industria musical, de la talla de ‘Pila Pila’, creo que no tenemos nada que reclamarle a los médicos.
Lo que yo pregunto es, si es tan fácil lograr la flacidez de un miembro, ¿Por qué no utilizamos esta técnica en el ámbito policial? Por ejemplo, hallamos al autor de numerosas violaciones a unas vírgenes pre-púberes. Se le dice al acusado que debe hacer una pasada por el hospital por un chequeo de rutina. El médico le pide que se baje los pantalones, solo por una cuestión de control. Allí dos patovikas sujetan al violador, el cirujano extrae el bisturí y sin que nadie se dé cuenta, ¡zas!, le drenamos el pene. De esa manera nos aseguramos que aunque estos pervertidos salgan a la calle, nunca volverán a cometer estas violaciones.
Yo voy a iniciar una campaña para lograr popularizar esta técnica anti-violadores. Obviamente el primer caso al que se le aplique esta práctica será de una gran repercusión mediática, por lo que yo escogería ni más ni menos, ¡que al famoso Bambino Veira para aplicarle un drenaje! Al menos, algunos padres mandaríamos a nuestros hijos al colegio más tranquilos si sabemos que este personaje está drenado…
sábado, 19 de diciembre de 2009
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