Sin duda, este mes de marzo en nuestro país tuvo como protagonista en todos los noticieros la violencia entre estudiantes en distintas instituciones de enseñanza. La última noticia que tengo más fresca es la del joven herido en la UTU del Cerro.
Sean escuelas, liceos, UTUs, siempre está la violencia presente, causada por personas que aun no han alcanzado la pubertad. Aparentemente, todas estas nuevas bandas que roban comercios están integradas por menores, por pequeños engendros imberbes (como Lacalle Pou).
La verdad es que esto de la violencia en centros de enseñanza es un tema de suma gravedad que no se le está dando la importancia debida. Si seguimos a este nivel, las madres cuando estén comprando cartucheras, mochilas, lapiceras para sus hijos, van a tener que agregar cuchillos, navajas, revólveres a la lista, para mandarlos a estudiar con alguna protección.
¿Cómo es posible lograr que un alumno entienda, se forme, se capacite, cuando sabe que al terminar la clase lo esperaran para matarlo a palazos? Eso no es un centro de enseñanza, es un centro de matanza. Ninguna persona, por más que tengo el intelecto de Einstein y Da Vinci combinados, puede estudiar en las condiciones proporcionadas por este país.
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué los casos de violencia parecen ser solo de menores? ¿Por qué la delincuencia parece ser un área reservada para menores? ¡Por la libertad que le damos a los menores! Más bien, ¡la libertad que el gobierno les da! Si fuese por mí, no tendría ninguna problema en mandar a cadena perpetua a un mocoso de once años.
--¿Asesinó a alguien?
--Si, lo despedazó.
--¿Es menor?
--Si.
--Ah, entonces está todo bien, déjenlo libre…
Esta parece ser la actitud del sistema policial y de justicia de nuestro país.
Ahora que se vienen las elecciones, yo al político que me diga que va a encerrar a los menores delincuentes, sin duda, ¡lo voto!
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