Yo sé que el título escogido para este ensayo es un tanto fuerte e inapropiado, pero tengo mis razones para hacerlo. En estos días de enero he deambulado por muchos balnearios rochenses (La Paloma, Valizas, Punta del Diablo, por nombrar algunos) y he elaborado una hipótesis que hace años vengo desarollando para explicar la paja de los pobladores de Rocha:
Cierta bacteria o virus que habita el aire rochense tiene la capacidad de atrofiar tres cuartas partes del cerebro de quien lo respire asiduamente. De esta manera, una mínima parte de su cerebro funciona y esto explicaría la lentitud que tienen para realizar cualquier tarea.
Yo sé que el lector de este ensayo puede tener dos posiciones con respecto a lo anteriormente expuesto: el que no conoce Rocha no debe tener ni la más pálida idea acerca de qué estoy hablando; o el citadino urbano que año tras año disfruta su verano en Rocha y me entiende a la perfección.
A lo que me refiero con la paja rochense es a la lentitud, al letargio, al ritmo con que el habitante rochense hace las cosas. Para todo se toman su tiempo, y es más, se cagan en el tiempo de uno. Que el lector no me malinterprete, no los estoy juzgando, no digo que nosotros seamos mejores que ellos; al contrario, sueño y añoro poder tener la concepción del tiempo que tienen los rochenses.
Les voy a poner un ejemplo gráfico y real acerca de esta paja rochense: La noche que llego a Balneario (prefiero no decir el nombre para no mancharlo con esta historia, aunque el rochense de ley se dará cuenta enseguida de su verdadera identidad) famélico de hambre, me voy a una parrillada a comer algo. Cuando llego ya estaba todo cocinado y pronto, chorizos y asados fuera de la parrilla esperando para ser devorados.
Yo: ¡Buenas Noches!
Pajero 1: ¡Buenas! ¿Qué va a llevar?
Yo: Dos choripanes por favor.
Pajero 1: ¡Dos choris para llevar!
Pajero 2: ¡Ya salen!
Pajero 3: ¿Qué le va a poner?
Yo: Ponele lechuga, tomate y chimichurri.
(Pajero 3 comienza a preparar los panes pero tranquilamente, va hacia el fondo servirse coca-cola. Yo también tranquilamente, miraba...)
Pajero 3: ¡Me pegué unas nadadas hoy! Primer día del verano que está tan buena el agua...
Pajero 2: ¡Yo salí hace un ratito nomás de lo buena que estaba! De esos días que no se repiten.
Pajero 1: ¡Ni me hablen! No pude ir a la playa hoy...
Pajero 2: ¿Por?
Pajero 1: Todo el día requinchando el rancho, y todavía tengo para rato.
Pajero 3: Mañana te obligo a acompañarnos.
(Yo mientras, esperando que terminaran de conversar para que me den el maldito y bendito chorizo)
Pajero 3: ¡Ojo! Yo no podía salir del agua.
Pajero 2: ¿De lo linda que estaba?
Pajero 3: No, la corriente estaba bravísima, me entró a chupar y no podía salir.
Pajero 1: ¿Pero donde te metiste?
Pajero 3: Entré a nadar y cuando quise ver estaba entre las dos banderas rojas esas que no te podés meter.
(Yo le lanzaba furtivas miradas a los chorizos, como si pudiera comer con los ojos)
Pajero 2: Está explotado de gente ¿vieron?
Pajero 1: Dicen que no, pero para mí que hay más gente que el verano pasado...
Pajero 2: ¡Sí! Salís de noche y no conoces a nadie, son todos turistas.
Pajero 3: Y cuando te encontrás con uno lo saludás como si te lo encontrarás en otro país.
Pajeros 1 y 2: Jajajaja.
(Esa risa dio final a la conversación, y ahí se le ocurrió a Pajero 1 terminarme los choripanes para que me fuera en dirección a mi rancho)
El lector se preguntará porque no hice ningún tipo de reclamos o quejas, como se hace en un restaurant que brinda un pobre servicio. Mi respuesta se basa en que cuando a uno tiene a tres pescadores enfrente que tienen músculos hasta en el dedo meñique del pie derecho, a uno se le cierran un poco las nalgas a la hora de quejarse.
La cuestión es que me fui con mis dos choripanes hacia el rancho, con cierta frustración por la paja rochense, pero con una pizca de alegría por la ocurrencia de escribir este ensayo, durante este enero que ando un tanto corto de inspiración.
Abro el paquete, muerdo el choripán, ¡y los pajeros se habían olvidado de ponerle chimichurri!
(P.D: Otra teoría que explicaría la paja rochense y que requiere menos desarrollo, es el hecho de su falta de neuronas a causa de la marihuana, pero eso sería hacer una generalización, ¿no?)
1 comentario:
Como eterno vereneador de Rocha debo decirle que no puede tener mas razon en esto de que los rochenses son unos pajeros.
Gonzalo
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